viernes, 11 de noviembre de 2011

Juguetes rotos: los hijos del SAP

10.11.11 |
 

Desgraciadamente, el denominado Síndrome de Alienación Parental (SAP) es una auténtica enfermedad mental inducida en los menores por uno de sus progenitores, que tiene como caldo de cultivo los procesos de separación y divorcio de sus padres: cuando el progenitor alienador, mediante distintas estrategias -todas perversas-, transforma la conciencia de los niños con objeto de obstaculizar primero, e impedir y destruir después, sus vínculos con el otro progenitor.
No se trata, por tanto, que con tiempo y suerte los niños maduren y que elijan libremente, etcétera. Es algo mucho más grave; a veces de una vileza insufrible, y siempre dramático y cruel. Es un trastorno mental, criminalmente provocado en el menor, que no cura el tiempo sino que lo agrava hasta destruir los vínculos afectivos con el progenitor odiado. Y digo odiado porque eso es lo que el alienador finalmente instala en la mente del niño, de forma que, cuando el proceso está concluido, el hijo, de manera patológica e injustificada, rechaza y odia -ya de forma autónoma- al padre alienado y a toda su familia paterna (o materna, si el alienador es el padre).
Es un lavado de cerebro criminal que trasforma al niño en un pelele en manos del progenitor alienador. Un juguete roto que desarrolla un odio patológico e infundado hacia el progenitor alienado, lo que tiene consecuencias devastadoras para su desarrollo físico y psicológico. Es algo realmente diabólico que llega a instalar "falsas memorias" contra el padre alienado, y que el niño asume como propias. Por ejemplo, que ha sufrido abusos sexuales por su padre (o su madre, si la alienación es paterna). De ahí la ausencia de remordimientos en el niño, de sufrimiento o de sentimiento de culpa por su conducta con el progenitor alienado; al menos en su yo consciente. Es algo monstruoso cuya única solución, según todos los expertos, es un cambio radical de custodia en favor del padre alienado. Eso si los años de alienación y la edad del niño, o su especiales características de vulnerabilidad y dependencia emocional, no hacen que el problema ya sea irreversible. Esa es la tragedia.
Solo quienes vivimos el drama en carne propia podemos llegar a entender hasta qué punto el SAP es una forma especialmente abyecta de maltrato infantil -y también de los progenitores alienados-; y sentir el inmenso dolor y el daño incalculable que este crímen produce en la salud mental, y en el desarrollo psicofísico, de nuestros hijos.
Pero, con todo, lo más grave es el brutal maltrato institucional -y la absoluta indefensión-, de padres e hijos alienados víctimas del Estado, que al negar la evidencia del SAP permite y promociona este abyecto maltrato infantil, cuyas víctimas quedan sin protección alguna. Mientras, sus verdugos alienadores -para escarnio de la Justicia-, quedan impunes. Y ello por bastardos intereses partidistas y electorales de la casta política -enquistados en la execrable ideología "de género"-, plasmados en una ley inicua: la LIVG, ley integral de violencia de género, madre de todas sus derivadas perversas.

http://blogs.periodistadigital.com/antoniocabrera.php/2011/11/10/p287019#more287019

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