La inmensa minoría
Según una encuesta realizada en 2010 por el Instituto DYM, y según otra encuesta llevada a cabo por el grupo Gallup en 2005, la inmensa mayoría de la sociedad española está a favor de la custodia compartida. A decir verdad, sólo un 4,7% considera que, en caso de desacuerdo de los padres, la custodia compartida no es viable.
La legislación vigente representa el sentir de ese 4,7% de españoles. Con permiso de Juan Ramón Jiménez, los llamaremos la inmensa minoría, porque, siendo tan pocos, pesan en la balanza del Gobierno más que todos los demás juntos.
En estas fotos comparativas de recientes manifestaciones (preparadas por el blog Mis rizos), y especialmente en esta imagen, podemos ver de modo más gráfico la representatividad de ambas posturas. El gran misterio que la Física aún no ha explicado es por qué la inmensa minoría, teniendo un peso social tan liviano, ejerce un peso político tan aplastante.
Los planteamientos básicos de ambos colectivos podrían resumirse así:
- La inmensa mayoría cree que la relación entre padres e hijos es un derecho humano básico e inalienable, antes y después del divorcio; en cambio, la inmensa minoría considera que la única depositaria de ese derecho es la madre.
- La inmensa mayoría cree que el padre está tan capacitado como la madre para hacerse cargo de sus hijos; por el contrario, la inmensa minoría sostiene que sólo la madre puede cumplir esa función.
Los sucesivos gobiernos de España se han alineado siempre con la inmensa minoría, y el actual Gobierno también parece tener la misma inclinación. Por si acaso algún ministro aprensivo nos está leyendo y necesita argumentos para el próximo Consejo, le diremos, respecto del primero de los dos planteamientos anteriores, que el derecho a las relaciones entre padres e hijos es una verdad evidente por sí misma, como el derecho a la vida o la libertad, y no necesita ser demostrada; y respecto del segundo, le recomendamos que lea el estudio que se resume a continuación.
Un estudio del Instituto de Investigaciones Sociales de Dinamarca Christoffersen, M.N (1998): Growing Up With Dad: A Comparision of Children Aged 3-5 Years Old Living with their Mothers or their Fathers (Childhood, 1998, vol. 5, nº 1, pp. 41-54) En este estudio se comparó un grupo de hogares monoparentales encabezado por el padre con otro grupo de hogares monoparentales encabezado por la madre. En concreto, se entrevistó a 478 padres y 532 madres que convivían en hogares monoparentales con hijos de edades comprendidas entre 3 y 5 años. A esos padres y madres se les hicieron diversas preguntas para evaluar la situación física y emocional propia y de los niños. En general, las respuestas permitieron constatar niveles más altos de bienestar y adaptación general en los hogares paternos. El nivel de problemas personales era más bajo en los padres que en las madres; el grado de bienestar de los hijos era mayor con los padres que con las madres; y las reacciones del entorno social eran más positivas hacia la paternidad que hacia la maternidad en solitario. En cifras, estos fueron los principales resultados declarados por los padres y las madres: Problemas personales: falta de autoestima: 9% de los padres; 17% de las madres problemas psíquicos que han requerido atención médica, psiquiátrica u hospitalaria: 40% de los padres; 52% de las madres síntomas de estrés psicosomático: 37% de los padres; 54% de las madres Bienestar de los hijos: castigos físicos (golpes con los nudillos, azotes, bofetadas o tirones de orejas, al menos en una ocasión): 61% de los padres; 73% de las madres castigos semanales (castigo físico, reclusión en su habitación o zarandeo, una o varias veces por semana): 17% de los padres; 24% de las madres accesos de rabia frecuentes: 24% de los padres; 34% de las madres Reacciones del entorno (personas encontradas por primera vez): reacciones negativas del entorno: 8% de los padres; 20% de las madres reacciones positivas del entorno: 71% de los padres; 33% de las madres También se constató que los padres (varones) favorecían más el contacto del niño con el otro progenitor (58% de los padres; 38% de las madres). Asimismo, los casos de distribución equitativa del tiempo de conviviencia (14 a 16 noches al mes) eran notablemente más frecuentes para los niños de hogares primarios paternos (16% frente a 4%). Otra conclusión de gran importancia es que los hogares paternos, aparte de favorecer más la convivencia del niño con el otro progenitor, propiciaban una mejor calidad de las relaciones: las madres tenían una relación mucho mejor con los niños cuando éstos vivían con el padre que en el caso contrario, según indican los siguientes porcentajes: el 14% de los niños que vivían con la madre habían perdido todo contacto con el padre; esa cifra se reducía al 6% en el caso de los niños que vivían con el padre. La conclusión del estudio es que los niños tienen mayores niveles de bienestar cuando viven con un progenitor masculino que ha tratado activamente de responsabilizarse de ellos. |
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